Bienvenidos a mi historia
Hola, me llamo Ana Camacho Vidal-Abarca.
Siempre me ha gustado escuchar. Desde pequeña he sido especialmente sensible a las situaciones de dificultad, de sufrimiento o dolor, buscando, en la medida de lo posible, ayudar. Me encanta conocer el porqué y el para qué de las personas, cómo han llegado al punto en el que se encuentran.
Todo ello me llevó, con el paso de los años, a buscar la manera de estar cerca de quienes atraviesan un momento complicado. Así me formé como Coach en Madrid y posteriormente, amplié dicha formación en Alicante. Buscaba la manera de aunar mi pasión y mi profesión.
Pronto sentí la necesidad de profundizar en este campo, para poder entender y abarcar más cuestiones de las que el coaching puede abarcar. Alcanzar mi mejor versión, contribuiría a dar mejor el mejor servicio posible a las personas que confiaban en mí, por lo que decidí comenzar mi estudios de psicología.
Bienvenidos a mi historia
Hola, me llamo Ana.
Siempre me ha gustado escuchar. Desde pequeña he sido especialmente sensible a las situaciones de dificultad, de sufrimiento o dolor, buscando, en la medida de lo posible, ayudar. Me encanta conocer el porqué y el para qué de las personas, cómo han llegado al punto en el que se encuentran.
Todo ello me llevó, con el paso de los años, a buscar la manera de estar cerca de quienes atraviesan un momento complicado. Así me formé como Coach en Madrid y posteriormente, amplié dicha formación en Alicante. Buscaba la manera de aunar mi pasión y mi profesión.
Pronto sentí la necesidad de profundizar en este campo, para poder entender y abarcar más cuestiones de las que el coaching puede abarcar. Alcanzar mi mejor versión, contribuiría a dar mejor el mejor servicio posible a las personas que confiaban en mí, por lo que decidí comenzar mi estudios de psicología.
Como la vida lleva consigo dolor y de hecho, me ha traído alguna que otra dosis del mismo, mi mapa mental cambió. Decidí alejarme del hedonismo, entendiendo que la dimensión dolor-sufrimiento forma parte de la idiosincrasia de las personas y que en nuestra historia vital, contamos con sucesos que nos provocan felicidad, otros no tanto y otros suma tristeza. Comprendí hace muchos años que pensar que hemos de estar siempre felices no es real ni justo, y no solo eso, sino que si nos lo creemos, no nos permitiremos estar tristes, conectar con nuestro dolor, pasar nuestro duelo. En definitiva: darnos permiso. El resultado de no hacerlo fácilmente se traduce en trastornos de ansiedad e incluso depresión, todo por la frustración de sentirnos mal cuando los inputs que nos llegan de la sociedad hacen referencia a que debemos estar siempre bien.
No se trata únicamente de permitirte estar triste, es que debes hacerlo: pero sin quedarte en esa emoción más tiempo del necesario.
Recuerda que nacemos llorando y gritando. El dolor nos invita a la introspección, este al autoanálisis, al autoconocimiento, a ser mejores personas, más empáticas. En definitiva, a evolucionar cambiando aquello de nuestra personalidad que queramos cambiar y a lograr estar donde deseemos estar.
Afrontar cambios conlleva la necesidad de ser valiente y, en mi opinión, la ayuda profesional que te guíe en el proceso y que lo convertirá en un potente aprendizaje. No se trata únicamente de permitirte estar triste, es que debes hacerlo: pero sin quedarte en esa emoción más tiempo del necesario.