EMDR-Terapia de 3ª generación
La terapia EMDR es una de las herramientas más potentes y respetuosas que utilizo cuando trabajo con trauma, apego y experiencias que se quedaron “atascadas” en el sistema nervioso.
No se trata de olvidar lo ocurrido ni de revivir el dolor, sino de que la mente pueda procesarlo por fin, sin que la experiencia siga condicionando tu vida actual.
Muchas personas llegan diciendo: “Sé racionalmente que ya pasó, pero mi cuerpo sigue reaccionando como si estuviera allí.” Eso es exactamente lo que EMDR ayuda a liberar.
Trabajamos en un entorno seguro, con un ritmo muy medido, para que puedas acercarte a lo ocurrido sin desbordarte y sin tener que volver a experimentar el sufrimiento original. La estimulación bilateral permite que el cerebro haga aquello que no pudo hacer en su momento: integrar la experiencia, colocarla en el pasado y dejar de vivirla como una amenaza en el presente.
EMDR es especialmente útil en:
• Traumas relacionales (apego inseguro, abandono, violencia emocional)
• Abusos sexuales
• Experiencias infantiles que siguen activas
• Duelos que no terminan de cerrarse
• Bloqueos que no ceden con “entenderlo”
• Ansiedad con raíz traumática
• Patrones que se repiten aunque los veas venir
Pero cuando EMDR encaja y llega en el momento oportuno, suele ser ese punto en el que muchas personas dicen: “Por primera vez siento que algo dentro de mí ha cambiado.”
Y algo importante: no siempre empezamos por EMDR, y no siempre es la herramienta adecuada para todas las personas o todos los momentos del proceso. A veces, antes de poder trabajar con profundidad, necesitamos sostén, regulación, narrativa, seguridad interna o simplemente tiempo. El enfoque no lo marca la técnica, sino tu historia, tu ritmo y lo que necesite tu sistema nervioso para poder avanzar de manera segura.
Pero cuando EMDR encaja y llega en el momento oportuno, suele ser ese punto en el que muchas personas dicen: “Por primera vez siento que algo dentro de mí ha cambiado.”