Adicciones

Una adicción nunca es “el problema”. Es la mejor solución que una parte de ti encontró en un momento de dolor, vacío, desconexión o estrés imposible de sostener. No aparece porque sí, ni por falta de fuerza de voluntad. Aparece para calmar, adormecer, llenar, regular o hacer más llevadera una realidad que en su momento te sobrepasó.

Por eso trabajo las adicciones desde un enfoque integrativo y centrado en trauma: para entender qué función cumple, de dónde viene, qué intenta proteger y qué está pidiendo tu sistema nervioso.

Las adicciones pueden manifestarse de muchas formas:

Muchas personas me dicen: “Lo entiendo todo, pero no consigo frenarlo.” La ansiedad no es falta de voluntad: es un sistema nervioso desregulado que intenta protegerte.

 

En terapia trabajamos desde dos lugares:

• Sustancias (alcohol, cannabis, medicamentos…)

• Conductas (sexo, juegos, comida, compras, trabajo…)

• Relaciones (dependencia emocional, vínculos que enganchan y duelen)

En terapia trabajamos:

• Vergüenza, culpa o secretismo

• Impulsividad y dificultad para parar

• Ansiedad o vacío al “desenganchar”

• Patrones de dependencia emocional

• Trauma relacional y heridas de apego

• Duelos no elaborados

• Disociación (desconexión del cuerpo o de la emoción)

• Autorregulación y recursos internos

 

  Trabajo desde la comprensión, no desde la culpa.

Pero en adicciones, comprender no significa permitir: hay límites claros que ayudan a proteger el proceso y a sostener el cambio.

El trabajo terapéutico no se basa en castigos ni en imponer desde fuera, sino en entender qué función cumple la conducta adictiva y, al mismo tiempo, poner freno a aquello que mantiene el daño. Comprensión y límites no se contradicen: se necesitan