Áreas de Intervención:
Ansiedad
Depresión
Adicciones
Menores
Ansiedad
La ansiedad es un problema que nos encontramos cada vez más en pacientes que acuden a consulta pidiendo ayuda. Cuando se habla de ansiedad se tiende confundir con otras sensaciones y emociones, como por ejemplo, estar nervioso, sentir miedo,
estar asustado, pero sobre todo, es habitual escuchar que se tiene ansiedad. Por este motivo, me parece importante matizar algunas diferencias.
Para que se logre comprender más fácilmente, el miedo, entendido como la valoración de que nos encontramos ante un peligro (real o no), en una situación determinada, es la base de la ansiedad. Dicho de otro modo, el miedo es la base de la ansiedad, es la respuesta emocional -sentimiento negativo- que proviene de la emoción del miedo.
Existen diferentes tipos de trastornos de ansiedad dependiendo de la sintomatología que presente el paciente: Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), Agorafia, Trastorno del pánico, Ansiedad Social, Fobia Específica (entre otros).
Lo más probable es que la ansiedad se desarrolle cuando nos encontramos en espacios donde la presión, la demanda y el estrés forman parte de la vida cotidiana de la persona.
La ansiedad y el miedo están orientados al futuro, y predominan pensamientos recurrentes negativos que incluyen preguntas que forman parte de nuestros diálogos internos que comienzan con un ¿y si..?
Depresión
La Depresión, según la OMS, es uno de los trastornos más frecuentes en la actualidad.
Sus principales características son la tristeza, la anhedonia (pérdida de interés de situaciones placenteras), sentimientos de culpabilidad, nivel bajo de autoestima, trastornos del sueño y/o apetito y falta de atención/concentración, lo que repercute significativamente en nuestra memoria.
La depresión puede llegar a cronificarse pero con niveles más bajos en la intensidad de la sintomatología de la Depresión Mayor, y su nombre es Distimia. También puede ocurrir que aparezca de manera recurrente, sin embargo, en cualquiera de sus formas, suele impactar negativamente en las áreas más importantes de nuestra vida:
familiar/pareja, laboral, escolar, social; y nuestra capacidad para afrontar los acontecimientos desagradables de nuestra vida disminuye notablemente. Es muy frecuente que la depresión y la ansiedad coexistan.
Si fuera de carácter más grave podrían aparecer pensamientos de suicidio y/o autolisis (llevar a cabo el mismo). Si es leve, la depresión podría tratarse sin medicamentos, sin embargo, si hablamos de una depresión moderada o grave, sería importante hablar
con un especialista en psiquiatría o médico de cabeza e incluir al tratamiento algún psicofármaco.
“Lo que no decimos se nos acumula en el cuerpo, se convierte en insomnio, en nudos en
la garganta, en nostalgia, en error, en deuda, en insatisfacción, en tristeza.
Lo que no decimos no se muere, nos mata”.
La psicoterapia es fundamental, acompañada o no de medicación, en el tratamiento de la depresión para que dote de las herramientas necesarias y se puedan modificar las creencias limitantes disfuncionales-, por otras más adaptativas y potenciadoras, de
esta forma se aprende a afrontar de manera más funcional emociones como la tristeza, el miedo o la rabia, las cuales se incluyen en todo proceso de duelo.
Adicciones
Existen las adicciones a las sustancias -cocaína, alcohol, cannabis, opiáceos, medicamentos, etc.-, sin embargo, es innegable que en la actualidad nos encontramos con otra problemática respecto al tema de las adicciones. Se denominan adicciones comportamentales y entre ellas, quizás la que más preocupe hoy en día es la adicción
a las nuevas tecnologías, sin embargo, las adicciones comportamentales incluyen también la adicción al juego, al sexo, al trabajo, a las compras y la codependencia -es la base de las relaciones de pareja que son “tóxicas”-.
Tanto la adicción a sustancias como la adicción comportamental tienen un denominador común: su sintomatología y su evolución; pero sí que podemos observar diferentes formas en las que dicha adicción se manifiesta.
La dinámica de ambas adicciones, la adicción a sustancia y la adicción comportamental es la misma, las dos alteran el estado de ánimo y tienen un fuerte impacto negativo en las áreas más importantes de las personas dependientes, áreas tales como: familia, trabajo, escolar, pareja, económica y, sobre todo, a nivel
emocional se verá un notable deterioro. Al principio, la persona hará lo posible por esconder su adicción, posteriormente lo negará, hasta que vaya pasando por diferentes fases y finalmente sea consciente de que necesita ayuda. Cada fase requiere un tipo de intervención diferente.
La adicción a las nuevas tecnologías no tiene como objetivo lograr que los niños y adolescentes dejen de usar los Smartphone o redes sociales, ni que dejen de jugar a videojuegos, sino que hagan un uso moderado de las mismas.
Las adicciones pueden interrelacionarse, quiere decir que de una adicción al sexo se puede derivar otra adicción a la cocaína, de adicción a las nuevas tecnologías se puede derivar en otra al cannabis.
Del mismo modo, las adicciones a las nuevas tecnologías o a sustancias, suelen ir acompañadas de trastornos de ansiedad y depresión, es lo que se denomina patología dual y se trata, como vemos, de la coexistencia de una adicción con un trastorno
psicológico. En estos casos, se han de tratar ambas problemáticas.
Niños y Adolescentes
(Infanto-Juvenil)
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declara que el 10% de los niños y adolescentes presentan en la actualidad algún problema relacionado con su salud mental. Variables como la crisis en la que nos encontramos, las nuevas tecnologías y los incesantes cambios sociales han hecho que sea una población de las más vulnerables. Los niños y adolescentes son diagnosticados cada vez con mayor
frecuencia con trastornos mentales más complejos, por lo que merece la pena prestar atención a cualquier conducta anómala visible y a cómo gestionan sus emociones.
Nuestro rol como profesionales formados concretamente en el área de niños y adolescentes nos dota de un valor añadido más allá de lo aprendido durante la carrera, ya que nos ayuda profundizar con más herramientas en otros escenarios – además del clínico-, ya que se explora e interviene en la prevención, promoción e intervención y, al mismo tiempo, debemos trabajar en los contextos de los niños y
adolescentes: familia, colegio, comunidad -grupo de iguales-, etc.
Como psicóloga especializada en Infanto-Juvenil, además de en adicciones a las nuevas tecnologías, problemática latente en el día de hoy, te ayudaré a encontrar -sea lo que sea lo que le pase al menor-, cuáles son los desafíos con los que nos encontramos y ofreceré respuestas concretas, con un servicio personalizado, en función de lo que le suceda al niño/adolescente.
Se trata no solo de trasladar los conocimientos que tenemos para la intervención con adultos, sino de ser conscientes de que es un población en pleno proceso evolutivo y, por esto, merece la pena ofrecer un trato diferente.